Mes: marzo 2019

Un día de furia 4

El Tapita

Todo final tiene un nuevo comienzo.

Una bandera yace quemada y pisoteada. César es un tipo recio que jamás acepta objeciones a su modo de pensar, pero actúa a la defensiva. Los ánimos se han calmado y la gente vuelve a su quehacer, es miserable esto de tener que ni saber si se gana o se pierde, si hay una mejor manera de hacer las cosas. De reservar tanto sentimiento y librarse del asedio de la vida huyendo a lo desconocido. Los que ganaron fueron los que reparan las llantas de los pinchazos con puntillas afiladas, los que pintan paredes y lavan fachadas, los que a ciencia cierta no estudiaron, porque nosotros los intelectuales servimos para juzgar y seguir pecando.

Un día de furia 3

El Tapita

El amor se ejerce en la misma proporción que la violencia.

A Charlie lo apresan intentando quitar las manchas de la pared de su casa heredada de la que no tiene escrituras ni nada. A César le sale un hongo en el pie que le deja cojo y a mí se me pierde mi libro favorito. Esto de la vida es de irresponsables que pretenden hacer el amor a toda hora y en todo lugar. Estos cañones escupen balas y las vaginas a los hijos que mañana recibirán esas balas. Emilio acude a las estaciones de detención para salvar a todos de ser violados con guantes de látex… Un día todo será silencio y descubriremos que el amor solo les sirvió a los que querían resucitar para comprobar que esto no tiene remedio.

Un día de furia 2

El Tapita

El polvorín se sigue con los estudiantes que o bien entendieron las clases de química o no se atienen a que la gasolina es inflamable. Las botellas llenas de combustible con una mecha de trapo vuelan. César sentado con las piernas al aire en un muro contempla al pueblo enfrentándose y a los del poder económico ser los espectadores. Charlie se ha conseguido un pito y legisla la justicia con la intención de que el empate es lo más meritorio. Un guijarro silva y derriba a uno de la autoridad, que puntería tienen los mocosos. Un disparo luego resuena y una silueta agónica se tambalea. Hay quienes dicen que el chiquillo estaba muerto antes de tocar el piso, así es la muerte de rápida. Se disuelve el tumulto llevándose al muerto prometiendo cobrar venganza. Los de las armas vienen a decirnos que lo mismo va para todos… Es cierto todos alguna vez tenemos que morirnos.

 

Un día de furia 1

El Tapita

Ustedes nunca sabrán la delicia de la libertad.

Charlie quiebra dos botellas de fino Whisky como si nada. César se siente apenado por comerse once huevos hervidos. Emilio llega a mostrarnos una granada de humo. Las sirenas de pronto van y vienen. Yo tengo un hueco en las medias que me tiene incómodo al andar. La Aleja viene también a mostrarnos que aprendió a tejer con agujeta. En la radio los poco profesionales periodistas dicen sus mentiras: «que estalló la guerra, que el presidente debe tomar cartas en el asunto» Alguno que escucho la radio se ofende y se larga a ver si se saca del cuerpo la violencia. La Aleja dice iniciando cualquier litigio lo injusto que es tener que soportar el sexo violento. Emilio va a guardarse su granada de humo cuando César se la arrebata la acciona y corre despavorido. Todos lo hacemos. Los periodistas dicen que una cortina de humo rojo sale de la comuna, quizá la hora se aproxima y Dios quiera sean menos los muertos.

Estos días

El Tapita

Yo alunizo en mi esquizofrenia heredada.

A César no le gustan esos edificios porque dice que de repente sobre su cabeza alguien estará haciendo sus necesidades fisiológicas. O haciendo el amor o sufriendo cualquier dolor de esos que se sienten en el alma.

Alguien inclina la botella y algún otro insemina un óvulo por una eyaculación precoz.

Todos nos debemos ir algún día, pero por estos días debemos hacer algo distinto con nuestras vidas, inclusive pensar que sobre nuestras cabezas e incluso bajo nuestros pies ocurren cosas dignas también de la vida.

Los incomprendidos

El Tapita

La genialidad no calza en ninguna realidad.

La cotidiana manera de la gente crear la realidad, la de levantarse muy temprano y trabajar para otros que son los ricos… La manera de quejarse del gobierno que se alza cobrando lo más… Lo que nadie quiere ser: un incomprendido. Uno que se atiene a lo que dice la física continua, que no conoce de extremos, ni de Leyes correctas, uno que no desea sino el éxito de sus ideas, aquel al que la gente detesta porque no calza dentro del rompecabezas «de lo correcto».

Un loco que va dimitiendo de cuanta idea se acomoda, uno que gesta el caos en solitario y se convence de que son los demás que actúan con la estupidez. Un tipo o una mujer en la naturalidad del flujo que da el destino y que nos convoca a todos en la cascada final en la que la naturaleza ha decidido será nuestro fin.

La noche y el placer 3

Alexis Mendoza

A César se le aparece una chica con semitransparente telar blanco y desnuda en el fondo y el tipo bota la baba de su órgano más primitivo… Qué fácil es eyacular cuando no se tiene otro oficio… César dice que es igual de criminal aportar un vivo al mundo que un muerto, el primero parece viene a resucitar ya cumplir el rito de recorrer el camino para al fin entender que era importante ese camino y no el destino, quizá esté vivo se suicide, o quizá maté a alguien más. Del muerto si no se puede hablar mal porque está en paz con el mundo y consigo mismo.

La noche y el placer 2

Alexis Mendoza

En función a que el escozor a uno le carcome los testículos nos vamos a la cascada nudista. Es un lugar sin pudor y sin la consabida y elemental vergüenza por la naturalidad de las formas. Allá las chicas se cercioran de continuar vírgenes y otras en cambio compiten a ver cuál es la que más ha recibido el impacto de meteoros. Una que otra exhibe la cesárea reglamentaria. A nosotros nos toma la noche por sorpresa y entre matorrales escuchamos los quejidos orgásmicos de las parejas que quieren cambiar el rumbo de las cosas. Las aguas por lo tanto lavan todo y nosotros nos vamos antes de que nos corrompan las formas fálicas y profundas del oscuro sitio de donde resucitan los muertos… SIGUE…

La noche y el placer 1

Alexis Mendoza

Un ciego siente su primera erección. Yo postergo el placer para otro día. El reloj marca el comienzo de la noche y la marea sube, igual mi presión sanguínea en cuanto van pasando las jovencitas con fachas descabelladas y perfumes comunes. Unas huelen a maní otras a pescado. César es un catador experto y me recomienda una chica con la piel flácida y la vergüenza en los ojos. La doncella me dice que acaba de atender a dos tipos que la azotaron los dos al tiempo ¡Por Dios! César ya no disfruta tanto del sexo sino de escuchar como las demás chicas simulan el orgasmo para cobrar y acabar. Mi chica me agradece el tiempo de desvelo y sueño, acomoda sus ropas y se prepara para el siguiente cliente. Con una mirada lastimera antes de irse me dice «entre más mujeres en este oficio, el pago es peor» SIGUE…

Todos desaparecen

César Vélez

La mierda desaparece como todo.

Una encrucijada en el papel, enredos por doquier: el amor, el papel moneda, la necesidad de afecto y reconocimiento.

Los días en blanco aunque sigo sonriendo.

Un elixir de felicidad es el tiempo que se va acabando y sentencia a las personas que uno odia con más fuerza.

El agua se evapora. El sentimiento se entierra.

Yo y mi sueño nos vamos adaptando a no ser.

La nada gobierna el quehacer.