Los pájaros en la ropa

Alexis Mendoza

Mamá solía lavar ropa ajena para cobrar unos pesos para la comida. Ella no estudio, sabia lo suficiente de escribir y leer como para defenderse de la realidad. El mejor negocio que hizo en la vida fue comprarse una casa con lo heredado de sus padres, el peor negocio fue tener un hijo existencialista y dos hijas que parecía que sufrían de anemia. Yo llegaba después del colegio para encontrarme con el platón de ropa para extender ya que además de lavada la ropa, algunas personas la requerían seca y planchada. Así que extendía lo mejor posible las sábanas injuriosas de moteles y parejas dedicadas al vicio del sexo diario y matutino, los pañales de bebes con digestión rápida y la de las niñas que se hacían mujeres en noches de cólicos y dolores. Competía mi misión sin embargo con los pájaros que como una maldición se iban a posar con las patas sucias sobre las sábanas o ropas blancas para dejar sus huellas, o de paso defecar sobre las telas para dañar la reputación de la lavandera. Armado con una cauchera vigilaba el cielo y a toda costa deseaba tener una arma antiaérea para exterminar toda especie voladora. Y no fue hasta que un guijarro lanzado por mi mano casi descalabra a algún transeúnte que se me quito la gana de ir en contra de la plaga aérea.

Deja un comentario