El Persa
Renunciamos al licor, al cigarrillo, pero no a las mujeres.
Y lo hicimos porque la industria se estaba enriqueciendo a nuestras despensas, así que en lugar de embriagarnos pasábamos las noches en vela, una, dos y hasta tres noches sin dormir ¿Qué hacíamos? deambulábamos en medio de la penumbra, robando publicidad engañosa, recogiendo cartones, botellas, tapas y robando tiempo a la existencia.
Pero el cansancio hacía mella en nuestros cuerpos, pero el mundo parecía más realista, los sonidos más vivaces y la vida más prometedora.
Fue cuando descubrimos otra gran pasión y era que había que vivir por la noche y dormir por el día, la noche prometía sexo ocasional y clandestino, vicios fatuos de seguidores del ocultismo y gente que actuaba como si sufriera de sonambulismo.
En la noche se traficaba, se violaba, se robaba, se cometían los peores delitos y quisimos estar presentes para documentar que la vida apenas comienza cuando tu te vas a dormir.